jueves, 12 de enero de 2012

¡YA NO HAY SITIO EN MÍ PARA EL DOLOR!

Los sombríos ecos de un pasado no sanado,
enlazados a una infancia arrinconada en la memoria,
se dan cuenta de que ya no significan nada,
de que su presencia es hondamente molesta,
y mi sensibilidad, combatida en una oscuridad
de músicas, bailes alocados y sexos devastados,
considera seriamente las penas y las amarguras.

Este sufrimiento inhumano permanece aquí, ahora,
no ha embarcado hacia tierras ignotas
sino que se perpetúa en una senda púrpura
y las caricias cada vez se hallan más lejanas,
aunque mi pecho ansíe gritar al viento:
¡Ya no hay sitio en mí para el dolor!



Ya no hay sitio en mí para el dolor, poema.

miércoles, 11 de enero de 2012

AMORES OLVIDADOS

¡Mira el bello ocaso de amores olvidados!,
allí nace mi dolor y mi agonía inigualables.
La noche promete caricias, humedades, pasiones...
e, inevitablemente, sufrimientos y tormentos tan sutiles
como las viejas celdas de artefactos inquisidores.
Mi alma, en medio de una muerte cierta,
no olvida, sin embargo, que las palomas
sobrevuelan los collados, los bosques,
las praderas, los campos de lirios, los valles, los ríos.
Pero fatídicas sombras, imágenes de la muerte,
palabras tendenciosas, desasosiegos, incertidumbres,
despuntan en el recuerdo, en la memoria.
El amor que no fue posible, sus besos,
las lágrimas que lo acompañaron
pesan, indudablemente; se alojan en habitáculos
oscuros como las sombras de los muertos alcoholizados,
en las mazmorras de recuerdos angustiosos
superados total o parcialmente, depende.

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